Monjes cistercienses Caballeros templarios
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Después de esto, San Esteban Harding debía completar la legislación del nuevo instituto. Cluny había introducido en la orden monástica la confederación de los miembros entre sí. San Esteban añadió la institución de los capítulos generales y las visitas regulares. Así, la supervisión mutua, la rendición de cuentas de la administración, el examen rígido de la disciplina, la corrección inmediata de los abusos, eran otros tantos medios seguros para mantener la observancia en toda su pureza. La colección de estatutos que San Esteban redactó, y en la que se contienen sabias disposiciones para el gobierno de la orden, se llamó Carta de la Caridad (La Charte de Charité). Ésta y las “US”, el libro de usos y costumbres, junto con algunas de las definiciones de los primeros capítulos generales, recibieron la aprobación del Papa Calixto II. A la muerte de San Esteban (1134), la orden, tras treinta y seis años de existencia, contaba con 70 monasterios, de los cuales 55 estaban en Francia.
Hábito cisterciense
Arriba, el Monasterio de Santa María de Vallbona de les Monges en Vallbona de les Monges, Cataluña, España. Fue fundado a principios del siglo XII y su iglesia representa un ejemplo de estilos de transición entre el románico y el gótico. Abajo, una vista de las arcadas de su claustro.
A continuación, repasaremos la difusión del estilo impuesto por la Orden del Císter y la expansión de los monasterios cistercienses en Europa siguiendo los pasos de Cluny. El primer monasterio cisterciense en Italia central fue Fossanova, construido entre 1179 y 1208 cerca de Terracina. Fundado por los cistercienses franceses de Haute-Combe y situado en la carretera de Roma a Nápoles, es famoso porque Santo Tomás de Aquino murió allí cuando iba a asistir al Concilio de Lyon.
El gran monasterio de Casamari dependía del de Fossanova, y a su vez la abadía de San Galgano (en la Toscana, cerca de Siena) dependía de Casamari. San Galgano fue fundada por los monjes franceses de Claraval y fue el centro de expansión en Italia de los métodos borgoñones de construcción de bóvedas con aristas. La iglesia de San Galgano, hoy en día una impresionante ruina, se comenzó a construir en 1218. Sin embargo, los grandes edificios italianos construidos en puro estilo cisterciense no difieren de los que se construyeron simultáneamente en Francia y España. Aquí, las iglesias son de tres naves, con arquivoltas decoradas con sencillas molduras; en el interior, los pilares son muy simples, con sus columnas adosadas sobre las que se apoyan los arcos principales; en el exterior, el único elemento que sobresale del cuerpo principal del edificio es la torre octogonal de la cúpula de la iglesia que se distingue desde lejos.
Monjes cistercienses
Reforma, renovación y renacimiento son términos que dominan las historias religiosas, institucionales e intelectuales de la Europa del siglo XI y principios del XII. Alrededor de 1030, el cronista monástico Ralph Glaber describió la reconstrucción de las iglesias en el milenio como algo que daba “al mundo la apariencia de haberse sacudido a sí mismo, de haber rechazado la vejez y de haberse puesto en todas partes una vestimenta blanca de iglesias. ” Nota 1 El lenguaje del renacimiento bautismal en el relato de Glaber reverbera con las imágenes de regeneración, restauración y renovación con las que los autores de los siglos XI y XII vinculaban su sociedad cambiante con un pasado idealizado.Nota 2 “Reforma” aparece también en los títulos de tantos estudios modernos sobre la Edad Media central que se ha convertido en una abreviatura de cambio religioso. Sólo recientemente los estudiosos han comenzado a criticar las implicaciones ligadas a la idea de reforma y a investigar narrativas alternativas de cambio y continuidad que los paradigmas reformistas han oscurecido.Nota 3 Este ensayo contribuye a estas críticas explorando las articulaciones de los ideales reformistas en los relatos de los cistercienses sobre su fundación. Las representaciones cambiantes de los cistercienses sobre su historia indican que sólo conceptualizaron su proyecto como una reforma en retrospectiva, y sugieren la fuerza retórica del lenguaje reformista para autentificar y justificar el cambio.
Monasterios cistercienses
Muchas personas, católicas y no católicas, reconocen el nombre “trapense”. Algunas personas están familiarizadas con los productos alimenticios, como las conservas trapenses; otras conocen los escritos de Thomas Merton, quizá el trapense de más alto perfil del siglo XX. El nombre de trapense puede evocar a los monjes en oración o en el trabajo, una vida austera, normas y reglamentos rígidos, disciplina y silencio perpetuo. Sin embargo, estas mismas personas pueden confundirse cuando nos llamamos cistercienses. ¿Cuál es la diferencia entre un trapense y un cisterciense? ¿Hay alguna diferencia? Responder a esta pregunta requiere un poco de historia.
1. CITEAUX. La palabra cisterciense deriva del nombre latino de un lugar de Borgoña, Citeaux. En 1098, un grupo de monjes benedictinos de un monasterio borgoñón de Molesme, inspirados por el espíritu reformista de su época, acompañaron al abad Roberto (c. 1027-1110) al Nuevo Monasterio de Citeaux. En esta nueva fundación, esperaban establecer una forma de vida monástica más sencilla, basada en el espíritu de la Regla de San Benito, libre de las acumulaciones y elaboraciones de las observancias de los últimos quinientos años. Su vida podría describirse como un monacato benedictino reformado, una de las muchas reformas que dieron forma a la vida religiosa en el siglo XII. En lugar de definirse en términos de cualquier autoridad benedictina existente, validaron su observancia a través del apoyo papal y diocesano local. Esto provocaría un conflicto entre benedictinos y cistercienses durante el siglo siguiente.