Por qué es bueno el libre mercado
El vínculo entre la publicidad y el libre mercado es fuerte y polifacético. Algunos dirán que la idea misma de regular la publicidad es incompatible con el concepto de libre mercado. De hecho, creo que es todo lo contrario. Uno de los fundamentos de una economía de mercado es el libre flujo de información sobre los bienes y servicios puestos a la venta. La teoría subyacente es que cuanto mejor informados estén los consumidores, mejor preparados estarán para tomar decisiones de compra adecuadas a sus propias necesidades. La frase “adecuadas a sus propias necesidades” expresa un punto importante. La idoneidad de una decisión de compra en una economía de libre mercado depende de la preferencia del consumidor, no de un decreto gubernamental. Es el ejercicio de una elección informada por parte de los consumidores lo que garantiza que los bienes y servicios no deseados acaben desapareciendo del mercado, y que los precios que son demasiado elevados para inducir a la compra acaben bajando a medida que las empresas vendedoras intentan atraer a los compradores.
En la mayoría de los casos, la publicidad mejora el funcionamiento del mercado al proporcionar información útil a los consumidores y permitir a las empresas promocionar los atributos de sus productos y servicios y, de este modo, competir mejor entre sí. Por otra parte, la publicidad puede afectar negativamente a los resultados del mercado cuando las empresas la utilizan para transmitir mensajes engañosos o fraudulentos en los que se induce a confiar a consumidores razonables en su perjuicio. Cuando esto ocurre, solemos referirnos al resultado como “fallo del mercado”.
¿Puede regularse un mercado libre?
Un mercado libre es una economía autorregulada que funciona según las leyes de la oferta y la demanda. En un mercado verdaderamente libre, un organismo gubernamental central no regula ningún aspecto de la economía.
¿Cómo se regula un mercado?
La regulación del mercado suele estar controlada por el gobierno y consiste en determinar quién puede entrar en el mercado y los precios que puede cobrar. La función principal del organismo gubernamental en una economía de mercado es regular y supervisar el sistema financiero y económico.
Economía de libre mercado
Los gobiernos controlan en gran medida algunas economías. En las economías planificadas o dirigidas más extremas, el gobierno controla todos los medios de producción y la distribución de la riqueza, dictando los precios de los bienes y servicios y los salarios que reciben los trabajadores. En cambio, en una economía de mercado puramente libre, la ley de la oferta y la demanda, y no un planificador central, regula la producción y el trabajo. Las empresas venden bienes y servicios al precio más alto que los consumidores están dispuestos a pagar, mientras que los trabajadores ganan los salarios más altos que las empresas están dispuestas a pagar por sus servicios.
Una economía capitalista es un tipo de economía de libre mercado; el afán de lucro impulsa todo el comercio y obliga a las empresas a operar con la mayor eficiencia posible para evitar perder cuota de mercado frente a sus competidores. En el capitalismo, las empresas son propiedad de particulares, y estos empresarios (es decir, los capitalistas) contratan a trabajadores a cambio de un sueldo o salario. En una economía de este tipo, el gobierno no desempeña ningún papel en la regulación o el apoyo a los mercados o las empresas.
Capitalismo de libre mercado
La política de competencia es un elemento central de la política económica. Ello se debe a que el buen funcionamiento de la competencia es clave para crear prosperidad, crecimiento y empleo. Si se diseña bien, la política de competencia abre los mercados y limita el poder económico de los agentes individuales. Esto fomenta la innovación, garantiza que los recursos se distribuyan de la mejor manera posible y refuerza la soberanía del consumidor.
Esta situación competitiva significa que las empresas siempre tienen que anticiparse a que sus clientes cambien de proveedor si éste ofrece bienes y servicios comparables más baratos o produce mejores productos. El resultado es un incentivo permanente para seguir desarrollando productos y servicios, y a menudo para seguir ofreciéndolos a precios más bajos. Esto genera una competencia de la que se beneficia sobre todo el consumidor.
Así pues, la libre competencia no sólo se traduce en una formación de precios justa, una mayor calidad y productos diseñados pensando en el consumidor, sino que también es un fuerte incentivo para ofrecer avances tecnológicos. Esto, a su vez, alimenta el crecimiento y el empleo en la economía.
Pros y contras del libre mercado
Mucha gente no sabe la respuesta a esta pregunta: “¿pagas la electricidad en el mercado libre o en el regulado?”. Hay dos formas de pagar la factura de la luz. Es importante conocer la diferencia entre ambas: lo que cambia es el precio que vas a pagar por la energía.
Pulsas el interruptor y se enciende la luz. “Como por arte de magia”, pero todo depende de las centrales eléctricas que generan la energía y de las compañías eléctricas que la venden y envían las facturas al consumidor final.
La mitad de los hogares españoles (13 millones) están en el mercado libre y la otra mitad en el mercado regulado. Pero el mercado libre está en alza, de hecho en los últimos meses ha superado al regulado.
Se trata de la tarifa PVPC (Precio Voluntario al Pequeño Consumidor). Este precio varía cada hora y cada día en función del equilibrio entre la oferta y la demanda entre quien produce la energía (la empresa generadora) y quien la vende a los consumidores (la empresa que vende la electricidad).