Ideas para jardines verticales
THE LINE es una revolución civilizatoria que pone a los seres humanos en primer lugar, proporcionando una experiencia de vida urbana sin precedentes y preservando la naturaleza circundante. Redefine el concepto de desarrollo urbano y cómo deberían ser las ciudades del futuro.
Sin carreteras, coches ni emisiones, funcionará con energía 100% renovable y el 95% del terreno se preservará para la naturaleza. La salud y el bienestar de las personas tendrán prioridad sobre el transporte y las infraestructuras, a diferencia de las ciudades tradicionales. Sólo 200 metros de ancho, pero 170 kilómetros de largo y 500 metros sobre el nivel del mar.
THE LINE llegará a albergar a 9 millones de personas y se construirá en una superficie de sólo 34 kilómetros cuadrados. Esto supondrá una reducción de la huella de la infraestructura, creando una eficiencia nunca vista en las funciones de la ciudad. El clima ideal durante todo el año hará que los residentes puedan disfrutar de la naturaleza circundante. Los residentes también tendrán acceso a todas las instalaciones a cinco minutos a pie, además de al tren de alta velocidad, con un tránsito de extremo a extremo de 20 minutos.
Jardín mural de interior
“Ciudad jardín” y “Ciudades jardín” redirigen aquí. Para otros usos, véase Ciudad jardín (desambiguación) y Ciudad jardín (desambiguación).Se ha sugerido que este artículo se divida en un nuevo artículo titulado Lista de ciudades jardín. (discutir) (abril 2022)Movimiento de planificación urbana
El movimiento de las ciudades jardín fue un movimiento urbanístico del siglo XX que promovía comunidades satélite que rodeaban la ciudad central y estaban separadas por cinturones verdes. Estas ciudades jardín contendrían áreas proporcionadas de residencias, industria y agricultura. Ebenezer Howard planteó la idea por primera vez en 1898 como una forma de captar los principales beneficios del campo y la ciudad, evitando al mismo tiempo las desventajas que presentan ambos. A principios del siglo XX, Letchworth, Brentham Garden Suburb y Welwyn Garden City se construyeron en Londres o en sus alrededores según el concepto de Howard, y desde entonces se han construido muchas otras ciudades jardín inspiradas en su modelo en todo el mundo[1].
Inspirado en la novela utópica Looking Backward y en la obra de Henry George Progress and Poverty, Howard publicó en 1898 el libro To-morrow: a Peaceful Path to Real Reform (que se reeditó en 1902 como Garden Cities of To-morrow). Su ciudad jardín idealizada albergaría a 32.000 personas en un terreno de 3.600 hectáreas, planificado según un patrón concéntrico con espacios abiertos, parques públicos y seis bulevares radiales de 37 metros de ancho que se extenderían desde el centro. La ciudad jardín sería autosuficiente y, cuando alcanzara su máxima población, se desarrollaría otra en sus proximidades. Howard preveía una agrupación de varias ciudades jardín como satélites de una ciudad central de 58.000 habitantes, conectada por carretera y ferrocarril[2].
Sistema de jardín vertical
Asociar la idea de ciudad con huertos, azoteas cubiertas de vegetación y jardines verticales, lejos de las tradicionales junglas de ladrillo, vidrio y asfalto, puede ser una de las alternativas más interesantes para combatir la emergencia climática.Por Lula Gómez
“Introducir la naturaleza como elemento constructivo es una de las herramientas más interesantes de la arquitectura actual. La naturación es hoy un área de investigación apasionante que dará frutos espectaculares en cuanto a la mejora de la calidad ambiental y la forma de habitar mejor el espacio urbano”, afirma Joaquín Sicilia, arquitecto y miembro de Pronatur, la Sociedad Española para el Fomento de la Naturación Urbana y Rural.
El funcionamiento es sencillo. Las plantas absorben de forma natural la radiación solar mediante la fotosíntesis -convierten el CO2 en oxígeno- y moderan el ambiente aumentando la humedad del aire. De este modo, facilitan la creación de corrientes convencionales que renuevan la atmósfera y que, colocadas adecuadamente en paisajes asfaltados como cubiertas vegetales, permitirían acabar con los conocidos penachos de calor y, en consecuencia, con la contaminación. Se calcula que un metro cuadrado de cubierta vegetal produce el oxígeno que necesita una persona en todo un año.
Jardines verticales
Pieza clave en el desarrollo de sociedades sostenibles, el diseño biofílico responde a nuestra necesidad humana de conectar con la naturaleza. La arquitectura y el diseño de interiores buscan conectar con la vida y desarrollar entornos saludables y productivos.
Prueba de ello es el acercamiento de las plantas a los espacios urbanos y domésticos, la creación de muros verdes y otros principios del diseño biofílico, una tendencia actualmente en alza. Aprovechar cada centímetro de espacio y añadir follaje ayuda a purificar el aire, además de mejorar el bienestar emocional de las personas.
Además, la naturaleza se entiende como el hogar y el origen. El término arquitectura y diseño biofílico fue acuñado por Edward O. Wilson en los años ochenta, y significa “un amor por la vida y propone volver a conectar con la naturaleza, basándose en la necesidad del ser humano de estar en contacto con su origen y el bienestar que esto proporciona”.
Un entorno construido en el que incluimos elementos de la naturaleza, ya sea a través de una conexión visual, auditiva, táctil u olfativa que mejora la salud de las personas. Transmite armonía, positividad, calma y energía. Más allá de incluir plantas o crear jardines verticales, el diseño biofílico va más allá e incide en otras decisiones como el diseño de la forma de ver un jardín a través de las ventanas, la mejora del flujo de aire, la iluminación idónea que simula la luz natural y las sombras, o el uso de materiales naturales y biodegradables.